VERSIONES DE SAN JORGE

Llevo toda la vida coleccionando imágenes de San Jorge: haciendo fotografías, comprando postales en los museos, descargando archivos de Internet. Por alguna razón que se me escapa, a una persona pacífica y amante de los animales como yo le resulta fascinante la figura del caballero que lucha encarnizadamente contra un dragón. Es una preferencia que me resisto a analizar y cuyas raíces están seguramente en el mismo oscuro rincón de mi conciencia que el gusto por los arcángeles guerreros y los caballeros con armadura. Pero pasemos a hablar de arte, que es un tema bastante más tranquilizador. Recojo en esta entrada las versiones pictóricas que más me agradan del mito del caballero que salva a la princesa de morir destrozada entre las fauces del terrible monstruo. ¿Por qué saco ahora este tema? Porque en mi viaje del pasado mes de julio me encontré por todas partes con la figura del santo guerrero. Su veneración en la Europa del Este es extraordinaria; no hay iglesia ortodoxa sin su imagen de San Jorge. Contemplé iconos, esculturas, pinturas murales... y un mosaico delicioso cuya presentación dejo para el final. Pero hagamos memoria primero.


Paolo Uccello (1397-1495) es un pintor que me encanta por el aire de irrealidad que respiran sus escenas. Sus batallas no son batallas reales, sus caballos parecen autómatas fabricados de cartón. En una visión clásica y piadosa del mito, un San Jorge de rasgos casi infantiles se apresta a matar a la furiosa bestia, a la que una virginal princesa mantiene sujeta con una cadena. Ira y serenidad, pecado y virtud, contrapuestos en un escenario ordenado y pulcro, con el encanto de un telón pintado para una representación teatral.



El polo opuesto: toda la violencia de la terrible escena de lucha está recogida en esta versión de Tintoretto (1518-1594). El caballero se lanza contra el dragón pasando por encima del cadáver de una de las víctimas de la bestia; en una curiosa desviación del tema secundario hacia el primer plano, la princesa huye despavorida en dirección al espectador. En medio de un cielo de tormenta, la aparición de una figura celestial que preside la hazaña nos recuerda el carácter religioso de esta escena de acción.





El pintor francés Gustave Moureau (1826-1898) nos presenta a un caballero de leyenda, de rasgos andróginos y larga melena, cabalgando airoso sobre su corcel encabritado, con el manto ondeando a sus espaldas. En segundo plano, sentada sobre un risco, una princesa de enorme corona junta sus manos en una plegaria por su salvador. Al fondo, los espera a ambos la seguridad de un castillo de cuento de hadas, encaramado en una montaña.





Siempre sorprendente, Dante Gabriel Rossetti (1828-1882) elige el momento posterior a la batalla en su Boda de San Jorge y la princesa Sabra. Aún aterrorizada por la experiencia, la joven se acurruca en los brazos protectores de su salvador, que la abraza pensativo en medio del ambiente colorido y barroco tan propio del pintor. Por la esquina derecha asoma la cabeza del monstruo muerto, recordatorio de la crueldad y la amenaza del mundo exterior, del que princesa y caballero se apartan en el reducido espacio que sirve de cobijo a su abrazo.


Mi descubrimiento de este verano: en una esquina de la iglesia de San Jorge en el monasterio de Topola (Serbia), se encuentra este mosaico que plasma con deliciosa ingenuidad la lucha entre el santo y el dragón. Una multitud se agolpa en la torre y las ventanas del castillo para contemplar la escena. San Jorge, ataviado como un soldado romano, y la princesa, con su vistosa túnica de decoración bizantina, clavan sus ojos en el espectador. Aquí, como en la versión de Uccello, la virtuosa muchacha tiene también sujeto con una cadena al monstruo, que alza el rostro hacia ella con expectación casi perruna. A mí me produce ternura este dragón que no le planta cara al guerrero y que tiene más de mascota que de amenaza. Menos mal que la princesa nos invita con un gesto a que entremos en el castillo, como si la contienda hubiera terminado ya; da la impresión de que van a llegar a un arreglo pacífico entre los tres, y que el encuentro entre San Jorge y el dragón se va a resolver, por una vez, sin violencia alguna. 

Comentarios

  1. QUE ARTICULO TAN INTERESANTE! LA HISTORIA, LOS CUADROS...MIS FAVORITOS SON EL SEGUNDO Y EL TERCERO. ME ENCANTA LEER TUS PALABRAS, LA PASION QUE MUESTRAS CON CADA PAGINA, DESPERTANDO INTERES EN EL LECTOR. ¿SABES? CUANDO ERA NIÑA NO ME CREÍA QUE JORGE FUESE UN SANTO; NO ME GUSTABA METER "ESPADA", "CABALLO", "PRINCESA" Y "MUERTE" CON LA PALABRA "SANTO" EN UN MISMO SACO. PERO TENGO UNA DUDA SOBRE LA HISTORIA: ¿LA PRINCESA FUE RAPTADA POR EL DRAGON U OFRECIDA COMO SAGRIFICIO POR SU PUEBLO? BESOS!

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  2. No me extraña que de niña te chocara la identificación de San Jorge con el caballero que se enfrenta al dragón; en realidad, estabas separando instintivamente dos cosas de origen bien distinto: por un lado, la figura del hombre de fe del que se cuenta que soportó todo tipo de martirios, y por otro, la leyenda del caballero vencedor del monstruo que aparece en numerosas culturas (si te gusta la mitología griega, recordarás la historia de Perseo liberando a Andrómeda, que tanta fortuna ha tenido además en el cine). En cuanto a tu duda, la leyenda cuenta que la princesa era uno de los múltiples sacrificios humanos ofrecidos al dragón para que dejara a los habitantes de su pueblo acercarse a la fuente de la que se había apoderado. Ella no fue la única víctima elegida, pero sí la más afortunada. Gracias por tu interés y tu curiosidad. Un beso para ti también.

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  3. Es sorprendente ver como en lo que llamamos mundo moderno nos seguimos alimentando de los antiguos mitos, de manera que llegamos a considerarlos de la más absoluta actualidad, probablemente porque siempre han sido actuales, porque tienen tanta fuerza que el tiempo se alía con ellos. Puede ser por esta razón que incluso a veces los convertimos en iconos de nuestra supuesta modernidad. Si no, cuántos discos, películas, libros para todo tipo de públicos, inspirados en lejanas leyendas, como esta. El cuadro que más me gusta de todos es el primero, su irrealidad me obliga a conectar con los lejanos sentimientos de la infancia. En fin, Bea, está claro que no te afecta el calor ni el cansancio de los viajes, estás en plena forma y no sé cómo lo haces pero te superas a tí misma sin parar. Ayer encontré esta entrada y releerla y contemplarla de nuevo hoy es todo un regalo. Besos.

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  4. Tienes razón en lo que dices del cuadro de Uccello: es un pintor que conecta muy bien con el mundo mágico de la infancia y de los sueños. Gracias por seguir ahí y por tus renovados ánimos, Confidente fiel. A ti tampoco te afecta el calor a la hora de continuar impulsando este blog.

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  5. El algún lugar leí que en Cataluña se celebra de una forma muy especial el día del libro. El 23 de abril los hombres regalan rosas a las mujeres y éstas regalan un libro a los hombres; leí que esta tradición se basa en la leyenda de San Jorge. Lo de la rosa me hace pensar que es porque cuando San jorge mata al dragón, clavándole su lanza en el vientre, la sangre que escurrió de la herida cuando entró en contacto con el suelo, se convirtió en rosas... pero, porque el libro? ¿esta celebración realmente se realiza?
    Un abrazo y como siempre un placer leerte
    Angélica

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  6. Pues sí, Angélica, se sigue realizando, aunque por lo que sé cada vez existe menos esa distinción entre lo que se regala a los hombres y a las mujeres. Tienes razón en el origen de la tradición de la rosa y su relación con la leyenda de la sangre convertida en flor; en cuanto al regalo del libro, está claro que no tiene nada que ver con San Jorge, sino con la fecha del 23 de abril y su significado más allá del ámbito catalán. Y doy fe de que esta fiesta goza de excelente salud y mucha popularidad: el último 23 de abril me pilló en Barcelona y el gentío de la Rambla impedía casi por completo echar un vistazo en las casetas de libros.

    Gracias por seguir leyéndome. Un abrazo

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